SALTA – Con la declaración de varios testigos, la Sala VI del Tribunal de Juicio avanzó en el juzgamiento de una joven, menor al momento del hecho, por el delito de homicidio agravado por alevosía; Martín Oscar Laime por encubrimiento y otros siete operadores del servicio de Emergencia 911 por el delito de incumplimiento de deberes de funcionario público.
En su mayoría, los testigos complicaron la situación de los principales acusados, en especial de la joven que está sindicada como la asesina de la docente Rosa Sulca, ultimada el 28 de abril del 2020 de 17 cuchilladas en el interior de su casa en Villa Mitre, a donde la acusada habría ingresado con fines de robo.
Como se conoce, la acusada, en la apertura del debate, sostuvo que la noche del hecho estaba droga y alcoholizada, que conocía a la víctima porque fue maestra de su hermana menor y era amiga de su madre, aunque luego negó la autoría única y material del homicidio, rol que le adjudicó a su ex novio Pablo Verón, quien fue investigado, pero resultó sobreseído.
La versión de la acusada, sin embargo, comenzó a desmoronarse a medida que el tribunal, presidido por la jueza Mónica Mukdsi en compañía de los vocales José Luis Riera y Guillermo Pereyra, comenzó a llamar a los testigos, entre ellos, varios vecinos de la docente asesinada a días de iniciada la cuarentena por la pandemia de COVID 19.
A ello se sumó la exhibición del testimonio filmado de una adolescente de 14 años, quien dejó varias revelaciones que volvieron a poner a la joven acusada en el ojo de la tormenta. La testigo, amiga de la hermana menor de la imputada, dio algunas precisiones que sorprendieron.
Por ejemplo, sostuvo que la acusada y su hermana menor solían irrumpir en la casa de la docente para robar. También refirió que la familia de la imputada estaba molesta con la víctima, que había problemas, al parecer, porque Sulca descubrió los saqueos perpetrados.
Por otra parte, contó que otra amiga suya -ahijada de la maestra- recibió un mensaje de la docente, quien le envío la foto de un celular y la indagó si lo vio en poder de la acusada, siendo este uno de los elementos robados de su casa, a lo que su amiga le confesó que creyó haber visto dicho teléfono en manos de la imputada.
Respecto a los días previos al asesinato, señaló que el 27 de abril vio a la acusada a las 20. Iba junto a otro joven y, como dato destacado, indicó que ella llevaba en sus manos una botellita con pegamento. Agregó que esa noche se quedó a dormir en la casa de una amiga, y que, al otro día, en la mañana, cuando hacía compras con su madre vieron a la acusada con un joven en bicicleta, quien se quedó en la esquina mientras la imputada iba a su casa.
Entre otras revelaciones, recordó que dos días después del crimen, la hermana menor de la acusada le pidió que fuera a verla, ocasión en la que escuchó a la imputada comentar que el día del crimen tenía el buzo manchado con sangre porque se había peleado con otra chica, prenda entregó a Laime.
También indicó que otros amigos, jóvenes del barrio, dijeron que habían estado consumiendo bebidas y drogas la noche anterior y le pidieron que ya no fuera más a la casa de la acusada, puesta estaría involucrada en el crimen de la maestra.
Cineasta
Alejandro Arroz, reconocido cineasta, fue otro de los que declaró en el juicio por el crimen de la docente, a la que conocía debido a que fue su alumna en talleres de cine. El profesional, al referirse al día del crimen, mencionó que, entre las 2 y 3 de la mañana, salió a pasear a su perra frente a la iglesia.
En esa ocasión, es que vio a una mujer que caminaba sola, estaba “bien vestida, con capucha”. Dijo que se detuvo por temor a la perra y le preguntó si era mala, a lo que le contestó que no, tras lo cual se fue hacia la cancha de Villa Mitre.
Luego, al enterarse de la muerte de Sulca, llamó al 911 y reportó que había visto a esta chica sola en la madrugada, lo que le pareció extraño. En vista de ello, la policía le pidió que reconociera un audio con la voz de la acusada, cuando le quitó el teléfono a Sulca y disuadió a los operadores del 911. “Es mí tía, está alterada”, había sostenido. Al referirse si era la misma voz de la joven que vio la noche anterior, indicó que podría ser su voz.
Asimismo, declararon dos jóvenes que estuvieron entre la noche del 27 y la primera hora de la madrugada del 28 con la acusada. Rogelio Reyes contó que compartió una juntada en su casa, con la imputada “horas antes de que hiciera eso”, en referencia al crimen. Dijo que esa reunión fue el 27 alrededor de las 21 o 22, participaron 3 amigos y su hermana.
La acusada, según explicó, llegó como a las 21, invitada por los amigos, quienes la habían cruzado media hora antes cuando fueron a comprar bebidas. En la reunión hubo consumo de alcohol y estupefacientes. El testigo detalló que estaba alcoholizada y tenía una botella de pegamento, que le pidió que dejara eso afuera. Luego, cuando la reunión terminó, parte del grupo se fue a una barbería, después le contaron que la acusada estuvo allí hasta las 1 o 1.30 del día 28. Al respecto, el dueño de la barbería, Gustavo Nahuel Gallardo, reconoció la juntada y detalló que antes se habían cruzado con la imputada, cuando fueron a comprar bebidas alcohólicas y uno de sus amigos la invitó. Según esta declaración, la acusada llegó a la reunión con su hermana, quien se retiró más temprano.
Después se fueron con otros dos jóvenes y la imputada a la barbería, a dos cuadras de la anterior dirección, “a seguir tomando”, entre las 23.30 y la medianoche, y la imputada se fue “como a las 00.30 o 1”. Agregó que la misma tomó alcohol y tenía una botella de pegamento, hablaba bien y se entendía lo que decía.