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Opinión

La UCR que viene en Salta, después de Miguel Nanni

El cafayateño Nanni demostró ser un inteligente y hábil manipulador de situaciones

Miguel Nanni

Por Matilde Serra

Estuvieron mucho, pero mucho tiempo agazapados, a la espera, tratando de dar algún zarpazo para volver al ruedo partidario, pero todo intento de los correligionarios por desalojar a Miguel Nanni de la conducción de la Unión Cívica Radical (UCR) de Salta fracasaba miserablemente.

Si bien con notables limitaciones en otros terrenos, el cafayateño Nanni demostró ser un inteligente y hábil manipulador de situaciones. Apenas encaramado como como presidente del radicalismo salteño negoció el sello de la histórica “Lista 3” con Juan Manuel Urtubey y con esa jugada llegó al Congreso Nacional por primera vez.

La llegada de Gustavo Sáenz a la gobernación de Salta tampoco lo despeinó a Nanni que repitió la estrategia de ponerle precio a la bandera rojiblanca del radicalismo, pero con un agregado. En aquellos días, un amplio sector del radicalismo de Salta decidió que había que apoyar la candidatura de Gustavo Sáenz y formaban allí los apellidos más conspicuos y tradicionales del radicalismo de Salta.

Desde esa línea se apoyaron visitas del entonces candidato Sáenz en algunos municipios, varias reuniones que reunían hasta más de dos centenares de correligionarios en la Capital, a una de las cuales asistió el ahora gobernador. Una vez llegado Gustavo Sáenz a la gobernación, el entonces presidente de la UCR, Miguel Nanni, violando toda la normativa de la Carta Orgánica y hasta con la connivencia al parecer del mismo Tribunal de Ética partidario, lo que valió denuncias en el fuero penal incluso, mandó a sancionar con la suspensión por dos años a todos los que habían participado de la movida pro-Sàenz,  bajo el cargo de “inconducta partidaria”, cometiendo incluso la aberración de enviar el telegrama de expulsión a un notorio médico que ya había fallecido.

Esa suspensión masiva ordenada por Nanni estuvo tan bien calibrada que devolvía a los afiliados las capacidades partidarias justo cuando terminaba su mandato y se podía presentar a un tercero, la idea obviamente era no tener contrincantes del peso de los suspendidos dejàndolos afuera.

Pero no hizo falta que hubiera elecciones internas porque Miguel Nanni supo allegarse al presidente de la Unión Cívica Radical a nivel nacional, el gobernador, Gerardo Morales que luego de hacer oídos sordos durante dos años a los reclamos de los afiliados salteños, le prorrogó de facto a Nanni su mandato desde marzo del 2023 hasta noviembre de este año. Un radical -Morales- que violaba así los principios cívicos más elementales que habían constituido la esencia de la histórica vida partidaria. Esta disposición de Morales le permitía a Nanni presentarse para su tercera candidatura jugando dentro de Juntos por el Cambio y como presidente de la UCR de Salta.

Sólo un detalle, Nanni, fiel a su naturaleza como el cuento del escorpión, le devolvió el favor al gobernador Morales alistándose en el sector de Patricia Bullrich y no con Horacio Rodríguez Larreta que acompañaba a Morales en la fórmula. Para completar esa traición, Nanni, habría denunciado el uso por parte de Morales del avión sanitario de la provincia de Jujuy para la campaña. Un modelo de lealtad, menos mal que no fue peronista sino como dicen algunos, no habría podido celebrar nunca el 17 de Octubre.

Llegaron así las elecciones PASO 2023 y Miguel Nanni logró instalarse como un referente de Juntos por el Cambio sector Bullrich, calificando para competir en las generales de octubre.

Pero los tiempos habían cambiado y el sistema oficialista que hasta ese momento lo había sostenido de manera inexplicable, lo “mismo que una vaca sobre un techo”, diría un viejo dirigente radical porque nadie sabe cómo llegó allí, comenzó a dejarlo sólo porque el imperativo era otro, posicionar a sus candidatos, claro está.

Y así comenzó Nanni a padecer la soledad de la falta de aparato y de recursos quedando reducido a un solitario que vagaba los barrios, el parque, repartiendo folletos y besando hasta los patos del Lago. A ello, le sumó un entorno que pesaba más que “un collar de anclas” como  definió un dirigente justicialista al grupo que comandaba, Matías Posadas, y algunos ignotos más.

Más allá, la vieja dirigencia radical se organizó para rastrillar la provincia promoviendo que no voten a Miguel Nanni. Esa campaña negativa sumada a la coyuntura que requería de otros nombres más importantes terminaron con la vida política de quien pasará a la historia como uno de los diputados nacionales que menos hizo por la provincia y que en su afán de lucro político personal pasó de mandar “a jubilarse” a Juan Carlos Romero a posar al lado de él en una campaña, de traicionar a sus correligionarios a dejar que se ponga en la puerta del histórico Comité radical de la calle Mitre la bandera amarilla de Alfredo Olmedo y hasta poner a disposición ese local para guarda y reparto de votos y material de propaganda del emprendimiento familiar de los Biella.

En pocos días más se vence la prórroga que le obsequió Gerardo Morales a Miguel Nanni mientras los números lo dejaron afuera de toda posibilidad de competir por nada más. Por estas horas el grupo duro del radicalismo vilipendiado por Nanni ya se está reuniendo y trazando estrategias para volver a tomar el control de la Unión Cívica Radical y aplicar un modelo de reorganización de cuadros en toda la provincia que le devuelva militancia y dignidad al viejo partido.

Incluso, ya se escucha cantar por allí “¡Adelante, radicales…!”