SALTA.- Tras un breve cruce mediático y de semántica, entre la Procuración General y el Ministerio de Seguridad de Salta, la investigación por el fraude mediante una financiera ficticia sumó un gran avance. Se trata del arresto de los principales responsables de las estafas, con lo cual se confirma lo dicho por el procurador Pedro García Castiella, respecto a la dimensión del caso.
Pero, este avance, cabe señalar, también incrementó en gran manera la sospecha de una “pata policial” en las estafas, tal como el Jefe de los fiscales de Salta lo había sugerido el viernes pasado, cuando en una conferencia de prensa adelantó primero que lo poco que se conocía hasta ese momento, era la punta del “iceberg”.
En sus declaraciones, sostuvo que la investigación admitía “la probable existencia de determinados superiores jerárquicos involucrados en la funcionalidad de la organización, tanto en los montos de los dividendos ya percibidos como así también en el aventajado posicionamiento piramidal”.
“Al comienzo teníamos la imagen de una financiera ilegal, réplica de lo que sucede en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con la Fundación Zoe. Por ello, tomamos la decisión de allanar rápidamente para evitar que la proyección geométrica, característica del esquema Ponzi, alcanzara a más víctimas”, explicó respecto a los primeros pasos de la investigación.
“La realidad con la que nos encontramos excede a la investigación de una mera financiera irregular. No estamos ante un clásico esquema Ponzi porque el retorno prometido, según surge de los contratos secuestrados, es bastante veloz. Esto implicaría que el sistema sería nutrido por un flujo adicional dinerario que podría provenir de otra actividad ilícita que alimente la velocidad del retorno de esta actividad financiera”, agregó.
En este marco, tampoco se descartó que los responsables estén comprometidos también en maniobras de lavado de dinero. García Castiella también habló de un “sostenido trasvasamiento de parte de determinados miembros y elementos de la Policía de la provincia confundidos con la organización en diversos roles, algunos de captación de incautos, otros prestando seguridad, otros filtrando información hacia afuera de la investigación y dando apoyo, aun en la clandestinidad luego de los allanamientos, a las personas que se encuentran prófugas”.
“Pata policial”
Estos dichos, a los que se sumaron otros tantos más en distintos medios locales, no hicieron más que alimentar la teoría de que el éxito del fraude estuvo garantizado por la participación de algunos jefes policiales, quienes le proporcionaron al esquema de estafas ciertas garantías y funcionalidad.
Por un lado, la tranquilidad de que no habría denuncias y segundo, a partir de su posición de mando podrían aportarle a la organización un enorme caudal de nuevos inversores, quienes, a la postre, terminarían siendo los afectados, pues el dinero que ellos iban a invertir se convertiría en las ganancias de los autores del fraude.
Estallado el escándalo, para los investigadores los policías implicados, muchos de ellos jefes, asumieron otra función, muy propia del ámbito delictivo, pues pasaron a ser “buchones” de los dueños de la financiera al filtrar información sobre las actuaciones que la fiscalía llevaba adelante para detenerlos.
Esta inversión en sus funciones, fue lo que más molesto al jefe de los fiscales, quien no dudó en poner blanco sobre negro, aún a pesar de que, con ello, las relaciones con la cartera de Seguridad de Salta entren en un terreno prácticamente sin retorno.
Lo que parecía una jugada arriesgada no lo fue, pues ayer los principales autores de estas estafas, ya sin la cobertura policiales, se presentaron en la fiscalía, con lo cual quedó en evidencia que sólo había que ponerle el cascabel al gato para dar con los otros implicados.
A la detención, la sospecha de la “pata policial” en la maniobra creció bastante y ayer, ya prácticamente nadie dudaba de que algunos jefes policiales estén metidos en esta maniobra, o bien, se hayan enriquecido a costa de las inversiones de los policías rasos, a quienes indujeron a entrar en la supuesta rueda de la fortuna, la que terminó en miseria para muchos y riquezas para pocos.
Con este avance, la jefatura policial enmudeció y los bríos con los que se defendía ya se esfumaron, aunque nada está dicho, pues los dos principales responsables tuvieron suficiente tiempo para borrar pruebas y rastros, como así también esconder el dinero que les fue arrebatado a cientos de efectivos.
Por ello, la guerra aún no está perdida y se espera que, en los próximos días, la fiscalía avance con más procedimientos que conduzcan a identificar al resto de los responsables en estas maniobras de fraude, lo que saldrá seguramente de las pericias que se llevan adelante en torno a la numerosa documentación secuestrada en los más de 15 allanamientos realizados ya por este caso.
Para muchos, de los contratos y otros papeles incautados, aún hay mucha tela por cortar, ya que se trata de carpetas que encierran nombres y pistas que podrían llevar a otros sospechosos. Además, no se descarta que los policías afectados también sumen información importante para el caso.