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Salta

Teresa Ovejero: no es santa ni se comió la milanesa, pero se quedó con la Presidencia

Su nombre estaba cantado. El martes, su designación al frente de la Corte de Justicia fue casi un trámite y un desafío que la jueza Teresa Ovejero, con 53 años, deberá enfrentar desde el 10 de diciembre próximo, cuando sea coronada.

Teresa Ovejero
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 Tuvieron que pasar 166 años, desde el 12 de noviembre de 1855, cuando se creó el Poder Judicial de Salta, para que una mujer acceda al más alto cargo en la justicia provincial. Un privilegio que estaba reservado solo para los hombres, hasta ayer cuando Teresa Ovejero fue designada como presidente de la Corte de Justicia.

 Con una trayectoria de 28 años en el Poder Judicial, los cuales comenzaron a correr desde 1993, cuando llegó a la Secretaría del Tribunal Electoral, lugar donde permaneció hasta abril de 2018, cuando el ex gobernador Juan Manuel Urtubey la propuso para integrar la Corte de Justicia. Sin dudas, Teresa Ovejero cuenta con todos los avales requeridos para ocupar el cargo que la espera, donde sus pasos serán seguido de cerca. Especializada en Derecho Público y con diplomaturas en Derecho Electoral, en Transparencia y en Género, se espera que haya nuevos aires por la ciudad judicial.

Su llegada al sillón de mayor poder en la Corte de Justicia no fue casualidad ni tampoco una devolución de favores internos, sino más bien el resultado de una tarea que supo construir con el mayor sigilo posible. Lo suficiente como para que nadie se percate de lo que traía entre manos. Obviamente, contaba y cuenta con el respaldo político externo necesario para estos casos, tanto del romerismo como del oficialismo e incluso de terceras fuerzas, sean un resabio del urtubeycismo y algunos que otros renovadores.

Tal vez el mayor obstáculo, sin que esto sea un agravio, era el actual titular de la Corte, el juez Guillermo Catalano, dueño de una capacidad aprobada para la gestión interna (rosca), con lo cual supo brindarle siempre cierta tranquilidad al sector político de turno. Desde el silencio, Teresa Ovejero tomó nota y poco a poco se convirtió en una alumna aplicada en el asunto, tanto que el mismo Catalano la tuvo por sobresaliente, aunque hacia afuera pareciera que sus candidatos a sucederlo eran otros.

La tranquilidad y firmeza ante la espera tuvo sus frutos a mediados de año. Cuando el rumor de que Catalano ya tenía decidido abandonar la Corte para gozar de una jubilación, comenzó a sonar con mayor fuerza en la ciudad judicial.

 Consenso                    

 Hasta ese momento, Teresa Ovejero había logrado obtener cierto consenso en distintos sectores de peso en la sociedad, entre ellos la Iglesia y los principales representantes de la política local, los que siempre buscan alguien con quien mantener un buen diálogo antes de sumar enfrentamientos.

El mayor escollo, si se quiere, lo representaba el actual vicepresidente segundo de la Corte, el juez Fabián Vittar. A diferencia de Ovejero, llevó adelante una campaña abierta y sin reservas, tal vez ganado por la ansiedad de llegar al cargo máximo, del cual se creyó acreedor por la simple deducción de años de espera que lleva, siendo el segundo más antiguo dentro de la Corte.

En su campaña, Vittar, según trascendidos de la misma Corte de Justicia, había logrado reunir algunos votos para reclamar la presidencia. Sin embargo, no eran lo suficiente para conquistar ese bastión, pues aún la mayoría de sus colegas se mantenían expectantes a las señales que podía llegar desde afuera.

El viernes pasado, revelaron fuentes del entorno del entrepiso más secreto de la ciudad judicial, Vittar se marchó un poco triste. Tal vez porque ya sabía que los votos que creyó cosechar, en realidad, no eran del todo genuinos. El lunes, sin embargo, se lo vio de mayor ánimo e incluso el martes, en la previa a la cumbre programada para la renovación de autoridades, se mostró más ansioso y mandó a pedir la agenda de la reunión, lo que, por momentos, hizo presumir que había logrado algún aval externo.

La alegría, reflejada en la foto final de los nueve integrantes de la Corte, en realidad respondía a su nuevo cargo como vicepresidente. Teresa Ovejero, en tanto, mantuvo la compostura y terminó cantando el ¡Achumba, calacachumba! ¡Qué bonita es Usted!

 Recambios

 Para lo que resta del año judicial, solo resta la coronación de la primera jueza como presidenta de la Corte, lo que sucederá el 10 de diciembre, tras lo cual todos los integrantes del alto tribunal esperan el descanso para regresar en febrero o marzo y enfrentar otro cimbronazo, cuando cuatro de ellos oficialicen su adiós a ese alto tribunal.

Como ya se adelantó, entre los que se irían están el mismo Catalano, quien regresó la semana pasada de un viaje a Buenos Aires, a donde habría ido para un chequeo médico. Aunque muchos creen que también se dio una vuelta por la ANSES a ver cómo van los papeles de la jubilación. Ernesto Sámson y Sandra Bonari, también estarían en la misma fila. En tanto, que Horacio Aguilar, es el más apurado por marcharse y retomar la actividad privada, donde se siente más cómodo, tanto con la tarea como con los ingresos que podría cosechar.

En la fila de ingreso, en tanto, Martín Plaza, delegado de la Casa de Salta, es uno de los que corre con mayores chances de arribar a la Corte. Pese a un pasado allegado a un sector del romerismo, el gobernador Gustavo Saenz, estaría conforme con su propuesta. Ramiro Simón Padros, quien ya está instalado en la Corte de Justicia como Secretario Relator, aparece, como el segundo mejor posicionado para cubrir alguna de las otras vacantes que se podrían dar, con lo cual aún quedarían dos lugares en descubierto.